La terapia se desarrolla en un ambiente de seguridad, donde el terapeuta acompaña al paciente en la búsqueda y el desarrollo de recursos personales para afrontar la situación que sea necesaria. De esa forma el terapeuta con su experiencia favorece que el cliente se de cuenta de lo que le pasa y de cuáles son los mecanismos (muchas veces automáticos, inconscientes o desactualizados) que boicotean sus relaciones o su capacidad de elegir y tomar decisiones en una dirección positiva para su vida.
A veces este proceso requiere de un acompañamiento largo, y otras veces en varias sesiones se resuelve; depende del tipo de problema, así como de la habilidad y compromiso de la persona y del terapeuta. Lo más frecuente (aunque no necesariamente tiene que ser asi) es empezar con una sesión semanal para tener una perspectiva clara de los problemas y las alternativas, ajustando esta periodicidad con el tiempo a las necesidades del paciente.